Mauricio Martín

Mauricio Martín Gómez. Esto de escribir versos es algo que comenzó de pronto, en el último año de la escuela. Ya en el instituto quería ser poeta y profesor de literatura. Qué iluso.
Al llegar a la Facultad descubrió que todo lo que tenía archivado no eran más que borradores, así que se centró en su afán por la enseñanza. Sin embargo, la vida se encargó de llevarlo por otros caminos. Terminó siendo capitán de ese submarino rojo llamado La estrella, donde vendió copas y pinchó todo tipo de música. Las malas lenguas dicen que se convirtió en un garito de referencia en la noche granadina. Allí trató con todo tipo de flamencos y pelícanos, y sus (pocos) versos cada vez eran más flamencos, y su intención de publicarlos cada vez menor.
Ahora, años después, resume la oportunidad de publicar con cuatro versos. Cómo no.
Un libreto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
ochenta poemas dicen que es libreto;
burla burlando ahí van tos p’alante.