Montse Linares Lara vino a este mundo en la campiña cordobesa un frío enero de 1967, arropada por el calor de la casa de su abuela materna, que la ha acompañado desde entonces.
Crecer entre mujeres en una sociedad falocrática le hizo saber desde chica que no tendría fácil hacerse hueco. A pesar de eso, quiso licenciarse en Derecho, compaginando sus estudios con su condición de madre novata y trabajos de la más diversa índole, hasta iniciarse en la abogacía en 1997. Convivir con una sociedad machista heredada, su tozudez y las imperfecciones del sistema, la han llevado a ser la presidenta del Grupo de Violencia de Género del Ilustre Colegio de Abogados de Granada, luchar día a día por «sus mujeres» e intentar que los futuros juristas tengan una formación en igualdad acorde a la legislación vigente.
Con la esperanza de un mundo donde quepamos todos sin importar géneros, convencida de que el dolor no está reñido con el humor y de que el ser humano se crece ante la adversidad, decidió poner en negro sobre blanco sus vivencias, para brindar un modesto homenaje a las mujeres que ha conocido en su profesión y su vida: una fuerza motora con el don de superar cualquier obstáculo y en vez de compadecerse gritar fuerte y alto: ¡Que arda Troya! para permitirse vivir. Como ella ahora.