Abderrahim Ouadrassi es un tangerino instalado en Mallorca, un empresario con espíritu humanista, un ciudadano del mundo. Comparto buena parte de su visión sobre la relación de lo local con lo global desarrollada en los artículos aquí reunidos. La internacionalización, sostiene Ouadrassi para empezar, es «una moneda de dos caras», y así es. Hemos visto demasiado su cara negativa en los primeros veinte años del siglo XXI; ha llegado, pues, el momento de promover con energía la positiva.
Ouadrassi aporta en este libro una propuesta tan original como digna de estudio. ¿Y si África pasara de ser un problema considerado irresoluble a ser parte de la solución? Ouadrassi nos dice que África, la madre de todos nosotros, puede ser percibida hoy como un espacio de esperanza para la humanidad, una tierra de oportunidades, el territorio de estimulantes aventuras.
Hijo de la misma ciudad que el gran viajero árabe Ibn Batuta, Ouadrassi expresa en estos textos su admiración por otro gran personaje medieval, el mallorquín Ramon Llull, que desplegó una intensa actividad filosófica, científica y diplomática en varios países de Europa y el norte de África. Como ellos, Ouadrassi prefiere, sin duda, la independencia intelectual, la tolerancia y el cosmopolitismo.
Javier Valenzuela