A la manera de Luis Cernuda, de Octavio Paz o de Juan Ramón, Bentría congenia en esta obra sus versos con una prosa poética sin fisuras, a través de la cual se convierte en el reverso de Shariar, aquel sultán asesino, y revive a través de su palabra a las Scheherezades muertas o invisibilizadas, toda una declaración de amor, en la que no falta el mar como hilo conductor de su aventura
Bentria se atreve a ello (a resolver los enigmas de Turandot). Y lo hace, rodeándose de un halo romántico en el que los elementos de la naturaleza identifican estados de ánimo y atmósferas colectivas. El paso de las estaciones, el cuerpo humano, la naturaleza, la música como banda sonora de las relaciones humanas y la geografía sentimental por donde transcurre y alienta la peripecia vital y lírica de este escritor, sorprendente y mestizo, que formula un discurso de género que va más allá de los estereotipos y una poética de la experiencia que también se sitúa lejos del tópico.
Juan José Téllez