Con este poemario de pulso épico entretejido con hallazgos líricos («En un bolsillo escondo el caballito de un niño/que ha crecido y no sabe desasirse de la infancia») Valentín Núñez abandona su condición de poeta clandestino, de escritor oculto «tras el vaho de los cristales», silencioso y atento a «puertas que se cierran en el cielo y labios lavados por la lluvia».
Crónica sicaria se vale de las huellas del mejor cine negro para crear unos poemas que nos adentran en el relato de un asesino a sueldo, de su víctima, de sus amores… Con Granada como fondo y personaje: «Asomado al pretil de San Miguel Alto, desde el mirador de un ángel, (…) contemplo una ciudad que se maquilla con luz de escaparates trasnochados».
Merodeador apasionado, observador consciente, amante de imaginación poderosa: para encarnar a sus personajes Valentín maneja recursos variados que afinan y enriquecen su expresión poética; con él calzamos «los zapatos alcohólicos de héroe adicto a los faroles» y seguimos a quien «ya era un muerto que fumaba», en esta nuestra ciudad, Granada, «anclada en sus olvidos».
Josefina Martos